Venezolanos sufrirán daños irreversibles por escasez de alimentos

La escasez de alimentos ante la disminución de divisas como ingreso primario en Venezuela va mucho más allá de un problema circunstancial que algunos piensan podría solventarse sólo con el abastecimiento de los anaqueles. Esta situación está causando daños a las nuevas generaciones de venezolanos que no pueden ser reparados en el tiempo. Reseña Diario Las Americas.

“En términos biológicos y nutricionales nos hipotecaron. Los niños malnutridos afectados por la crisis alimentaria actual son unos niños a los que se le hipotecó su capacidad biológica, cognitiva y social de incorporarse nuevamente a la sociedad. Los estudios biológicos advierten que estos niños desnutridos que generamos como Estado van a ser los padres de las familias pobres del futuro, por ese rezago social en el que crecieron, por ese deterioro cognitivo que le causaron“, explica Susana Raffalli, nutricionista experta en Seguridad Alimentaria en situación de emergencia.

La pobreza y el hambre crecen

Las cifras de Encuestas de Condiciones de Vida (Encovi) 2015 elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar advierten que 73% de los hogares y 76% de los venezolanos están en pobreza de ingresos.

Maritza Landaeta, investigadora de la Fundación Bengoa, durante el LXII Congreso Venezolano de Puericultura y Pediatría, explicó que según los datos de 1.488 encuestas de percepción, realizadas a personas de entre 20 años y 65 años de edad, el ingreso de 87% de los hogares del país no alcanza para comprar los alimentos de la dieta diaria. Es decir que, 9 de cada 10 personas no tienen dinero para comprar comida con los ingresos que perciben.

En una visita realizada a la Ciudad Socialista Hugo Chávez en Barlovento, a 78,3 kilómetros de Caracas, pudimos constatar en voz de sus propios habitantes cómo están pasando hambre.

“Estamos necesitados de comida, estamos sin nada” exclamaba Lucrecia Ledezma, una mujer mayor, de tez morena con mirada cansada que se muestra con resignación al esperar que el Gobierno Nacional le ayude con una Bolsa Patriota –un nuevo mecanismo para subsidiar alimentos que reparten los consejos comunales cada 21 días, con suerte – a saciar el hambre de ella y los ocho integrantes de su familia con los que comparte el apartamento que le adjudicaron.

Dicha Bolsa Patriota se entrega según censo realizado, en el que no existen parámetros fijos de alimentos incluidos, pero el promedio recibe arroz, leche en polvo, aceite, café, mantequilla, caraota, azúcar y harina de maíz.

Leidy Hernández, otra beneficiada del urbanismo de Misión Vivienda tiene cinco hijos, de los cuales dos ha tenido que dejarlos al cuidado de una tía en Villa Acevedo – sector donde originalmente tenía una casa de bloques- ante la incapacidad que tiene para alimentarlos. De hecho, actualmente vive con tres de sus niños, su esposo y un hermano inválido, y cuenta que a ellos seis se les hace muy difícil conseguir alimento para completar sus tres comidas diarias. “Hacemos lo que podemos. Primero comen los niños“, advierte.

“Los fines de semana trato de ir a Petare a ver qué consigo“, explica Hernández al recordar que en su urbanismo no cuenta ni siquiera con un abasto, a pesar de estar entre las promesas de la constructora, y el más cercano se ubica en Caucagua -más de 3 kilómetros de distancia- donde pocas veces encuentra lo que necesita para alimentar a su familia.

Nutrición comprometida

Al haber un déficit de nutrientes se afecta la expresión genética del venezolano, explica Marianella Herrera, médico e investigadora de la Fundación Bengoa, PHD en Nutrición Clínica.

“Estamos empezando a generar mucho más temprano daño (a la sociedad). Los cambios epigenéticos son respuestas a estímulos y exposiciones ambientales, pero también son consecuencias de los déficit o excesos nutricionales inadecuados durante los períodos de gestación, aunado a esto, tenemos una población que se expone a unos determinantes que los hace estar en posición de desventaja“, advierte Herrera.

El déficit de nutrición en niños de 7 a 12 años alcanza un 16%, y un exceso del 28%. Mientras que en niños de 13 a 17 años el déficit es de 17% y el exceso de 21%, según el último balance oficial del Instituto Nacional de Nutrición (2008 -2010). A lo que Herrera se pregunta cómo será el caso de los niños en edades no escolares (menos de 5 años).

«El déficit nutricional y el déficit en talla habla de hambre crónica, la cantidad de niños cuya adaptación metabólica ocurre es que se quedan pequeños, expresando un crecimiento en talla porque están protegiendo los nutrientes que van al cerebro, de lo contrario tendrían problemas de retardo  de desarrollo cognitivo» enfatiza Herrera.

Según estudios de la Fundación Bengoa, la proyección de la desnutrición en las comunidades rurales es alarmante.  En Apure expresan déficit de hasta el 34%, mientras que en Maracaibo alcanza 21,4%, en Mérida 17,4% y en Caracas oscila entre 10,8 a 16,5%.

En cuanto al exceso -según el mismo estudio de Fundación Bengoa- la mayor tasa ocurre en Maracaibo con 21,4%, seguida por Caracas con 19,4%, Mérida con 17,3% y Apure con 12,2%.

Parámetros de seguridad alimentaria que no se cumplen

Para que exista seguridad alimentaria en una nación deben cumplirse cuatro condiciones:

1.- Acceso a los alimentos

2.- Disponibilidad de alimentos

3.- Utilización biológica

4.- Estabilidad del consumo de alimentos

El acceso a los alimentos  y su disponibilidad están comprometidos por la disminución de las importaciones, producto del descenso de la cesta petrolera, y la caída en la producción nacional.

Sobre la utilización biológica, Herrera explica que antes de 2013 ya se observaba en los estudios nutricionales una disminución del consumo de la caraotas, porque había dificultad para conseguir gas, y para ahorrarlo dejaban de cocinar estos granos. En consecuencia la población dejó de consumir unos nutrientes que están presentes en la caraota -la negra en particular- que tiene un flavonoide que coadyuvan en la prevención de algunos tipos de cáncer.

Mientras que la estabilidad tiene que ver con el acceso, la disponibilidad y utilización biológica de los alimentos porque nutricionalmente no sirve tener leche una semana sí y otra no, por ejemplo. Los lactantes tienen que tomar leche de forma permanente.

¿Está Venezuela en crisis humanitaria?

Existen cinco criterios internacionales para definir cuán grave es la situación de un país en cuanto al daño nutricional de su población: cuántas personas están siendo afectadas, cuál es la extensión geográfica, cuáles son los medios de vida de la población para subsanarlo, qué tipos de estrategias está siguiendo para resolver el problema, y las capacidades que tiene el Estado para manejarlo.

Venezuela padece una crisis de inseguridad alimentaria severa que se expresa como una emergencia nutricional en ciertos sectores, explica Raffalli antes de advertir que dicho escenario está representado en tres rasgos básicos:

1.- La crisis de inseguridad alimentaria es selectiva, no afecta necesariamente a toda la población pero sí aqueja a los grupos más vulnerables. No solo a grupos biológicos que pudieran estar en emergencia nutricional como niños y mujeres embarazadas,  ancianos, y personas con discapacidad, sino selectiva de áreas geográficas específicas y de servicios o grupos poblacionales como hospitales,  y programas de beneficencia social.

2.- Como segunda característica está su instalación lenta, va mutando en una situación cada vez más insostenible e inexcusable hasta producir efectos devastadores sobre el estado nutricional de la población, advierte Raffalli.

La experta en seguridad alimentaria explica que la principal diferencia con una emergencia aguda es que esa emergencia de devastación lenta produce una catástrofe. “No es lo mismo recuperar a un niño desnutrido en el terremoto de Haití que recuperarlo después de dos, tres o cinco años de desnutrición sostenida, y eso es lo que está pasando en Venezuela“, sentencia.

3.- Afecta especialmente a la población infantil, y de forma irreparable. “No hay justicia restaurativa posible para el daño cognitivo que el Estado como gestor del sistema alimentario nacional generó en nuestros niños. Un niño de talla baja es un niño con deterioro cognitivo que tendrá un rezago económico y social posterior irreparable. Se perpetúa, es intergeneracional“, acota Raffalli.

En plena crisis cae la distribución de alimentos

Según datos oficiales de la Memoria y Cuenta del ministerio de Alimentación, la distribución de alimentos cayó en todos los entes que están amparados en el programa de la Misión Alimentación (Ver infografía).

De 13.362.612 alimentos distribuidos en 2014 por Mercal hubo una disminución del 43,71% en 2015, logrando la comercialización de 7.522.812 productos. También hubo un descenso en Pdval, que en 2014 comercializó 6.289.692 alimentos y en 2015 alcanzó 4.516.889,  lo que representa 28,19% menos.

El mismo escenario se observó en Abastos Bicentenarios con una venta de 2.827.442 productos en 2014, mientras que su distribución descendió en 2015 un 15,33% menos al vender 2.394.115 productos.

De hecho, los 25 proyectos que emprendió el ministerio de Alimentación en 2015 no alcanzaron la meta planteada o no brindan información sobre los logros obtenidos, quedando en evidencia la baja calidad del control realizado por dicha cartera. Además, 92% de esos 25 proyectos no fueron ejecutados en su totalidad de los presupuestos aprobados, detalla un informe de Transparencia Venezuela sobre dicha Memoria y Cuenta.

“Con estos datos vemos que la clase más vulnerable, aquella que está en pobreza extrema que verdaderamente necesita comprar en Mercal (y demás redes del Estado) no están siendo cubierta. Las misiones no estaban llegando a donde deberían haber llegado“, sentencia.

Pero cuando se analiza la situación de las casas de alimentación el descenso es aún más dramático. Hubo una distribución de 49.784.560 platos servidos, lo que representa 45,21% menos que 2014. En cuanto a la apertura de Casas de Aimentación solo se abrieron 9, un 79,55%  menos que en 2014 cuando se crearon 44. Incluso cuando se analiza su operatividad, están activas 3.366, 21,63% menos que el año anterior.

Herrera advierte que en una situación como la actual lo más idóneo hubiese sido promover un incremento en las Casas de Alimentación, cosa que no ocurrió.

En el caso de las kilocalorías consumidas en Venezuela en 2015 todavía manifiestan un incremento, según el Instituto Nacional de Nutrición (INN) y la Memoria y Cuenta con 3.092 kilocalorías diarias. Sobre esta cifra, Herrera explica que es un excedente calórico para la mayoría de la población, cuando la recomendación para la población venezolana es 2.300 kilocalorías. “Esto es un exceso que tiene otros problemas como la obesidad y diabetes tipo 2“, recuerda.

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Una respuesta

  1. Genoveva Borttone
    1 de junio de 2016

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