Dos saqueos se registraron tras numerosos intentos y más de cinco protestas por falta de alimentos. Las colas aumentan y se vuelven más violentas, mientras que cuerpos se seguridad y CLAP son acusados de revender y acaparar productos.
En los diez principales comercios de la pequeña ciudad de Quíbor, en Lara, no vendían desde hace un mes pasta, arroz, caraotas, harina y otros productos regulados. Los camiones de distribución de alimentos pasaban de largo por los locales y se detenían en un galpón situado en el sector La Libertad, señalado como depósito de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
Los quiboreños veían con rabia como eran descargados los bultos de alimentos que ellos no podían adquirir hasta que, con suerte, los consejos comunales decidieran repartirlos. Pero la noche del martes 31 de mayo un grupo de al menos 200 personas llegó al lugar y forzó la entrada para comenzar a sacar la comida.Corrían de un lado a otro con los productos que pudieran cargar en sus hombros.
En menos de 15 minutos la guardia llegó al sitio y tras un intercambio de piedras y perdigonazos detuvieron a 25 personas y resguardaron el galpón, donde el resto de la comunidad pedía a gritos que les fueran vendidos los alimentos que el capitán Luis Plaza, exalcalde del municipio Jiménez, congelaba en ese depósito para luego distribuirlos a dedo y por preferencia política.
Ese mismo día, habitantes del sector Macías Mujica intentaron saquear la carga de arroz y refrescos que transportaban tres gandolas al momento de atravesar la Circunvalación Norte en Barquisimeto. “Tenemos hambre”, gritaban desde la punta del cerro que rodeaba la autopista.
A pesar de los tres detenidos por la GNB, los habitantes de los barrios que bordean la vía principal continuaron, al día siguiente, su intento por saquear alimentos de las gandolas que transitaban por el lugar. De nuevo los guardias, enfrentamientos, perdigones, protestas y detenidos. El hambre quedó intacta. Reseña El Estimulo.
Saqueo en Mercabar
A menos de dos días de los sucesos registrados en Quíbor, en el Mercado Mayorista de Barquisimeto, al oeste de la ciudad, la mercancía de uno de los locales también fue saqueada. La noche del 2 de junio trabajadores del galpón 8B-2 y 8B-3 de Mercabar terminaban de cargar 160 bultos de harina de maíz Santa Barbara que ya estaban cancelados y serían enviados a un comerciante.
Los mismos carrucheros (cargadores de frutas) del Mercado La Playa, situado detrás de Mercabar, llegaron al sitio y comenzaron a descargar la harina para llevársela. Forzaron el portón del negocio y del camión. Las pérdidas fueron de más de 8 millones de bolívares.
“Eso no fue por hambre. A mi me atacó la delincuencia”, dice Celia Guédez, encargada del galpón “Pulpa de Frutas”. Repite exaltada que no volverá a vender productos regulados y que “los malandros” que saquearon su negocio ahora venden el kilo de harina en mil bolívares en los mismos puestos de comercialización de frutas.
Tras el saqueo, funcionarios de la GNB y el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) tomaron el control del mercado y deciden quién entra y quién no. “Eso no supone ninguna solución, porque ellos mismos son los primeros bachaqueros y nos hacen vender a pérdida lo que no se llevan”, afirma Guédez.
Al recorrer las veredas del mercado municipal se observan diez funcionarios de la guardia, que muestran sus armas desafiantes mientras caminan en fila. El mensaje es claro: advierten y siembran miedo a los compradores. En el galpón del Distribuidor El León una comisión del Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro (Conas) custodia la entrada con los fusiles levantados. Cinco uniformados están dentro del negocio y conversan con los encargados.
“Pasó algo, saquearon”. Se escuchan los rumores por los pasillos. Al preguntarle a uno de los guardias -sin bajar su fusil- responde:
—Estamos buscando insumos. No tenemos nada que comer en el comando.
—Pero, ¿van a pagar esos productos que se están llevando?
—Claro—, respondió riéndose.
Un bachaquero, que no es dueño de ningún local en el mercado, logró pasar el supuesto control de los guardias en la entrada. Ofrece cien bultos de harina PAN en 23 mil bolívares cada uno y cincuenta de arroz en 25 mil bolívares. “Eso es ya. La mercancía está afuera para que la guardia no me la pille. Usted me dice, mami”, susurra. El Chino, como se hace llamar el hombre moreno y bajo, no tiene guías de los productos ni ofrece factura. Pero propone que los bultos luego pueden venderse en 28 mil y “todos salimos ganando”.
Aumentan colas y rechazan los CLAP
Más de cinco protestas por falta de alimentos y rechazo a los CLAP se han registrado en las últimas dos semanas en el estado Lara. Comunidades denuncian irregularidades en la distribución de bolsas de comida por parte de los consejos comunales y los nuevos comités.
Las colas, en los pocos lugares aún dispuestos a vender regulado, han aumentado, al igual que las peleas, agresiones y asesinatos producto de riñas. En la Cooperativa de Ruiz Pineda, al oeste de Barquisimeto, han asesinado a dos personas en lo que va de año. Una repartidora de números, de 26 años, que discutió con la pareja de un delincuente, y un joven de 18 años.
Usuarios de la cooperativa han denunciado que bachaqueros controlan una mafia en el sitio y atacan a personas con polvo pica-pica y ácido para que abandonen la cola y tener los primeros puestos.
“Esto ya se puso muy feo. Y no hemos visto lo peor”, dice una mujer en la fila. Y no hemos visto lo peor.
