¡SE LEE Y NO SE CREE! El drama de vivir cerca de un supermercado

Vivir cerca de un supermercado o una farmacia hace que quienes residan allí deban ser testigos de distintas situaciones que van desde el impedir el paso por los portones de los garajes hasta no poder dormir por el ruido.

En el Táchira, está prohibido que las personas duerman afuera de los establecimientos comerciales, entre otras cosas, porque las autoridades no tienen el personal suficiente para mantenerse en la madrugada cuidando a quienes esperan hasta por horas.

Pero las normas parecen no ser muy bien acatadas, porque en San Cristóbal, estado Táchira, es común que quienes necesitan algún producto de primera necesidad duerman afuera de los negocios, porque siempre, como por arte de magia, saben qué se venderá allí al día siguiente.

Hay distintas modalidades para quienes pernoctan en los supermercados, hay lugares donde las listas son usuales para “organizar” a la gente y otros donde el orden de llegada se cumple, aunque no es un caso muy común.

El comienzo del drama…
Aproximadamente a las 10 de la noche comienzan a llegar las personas a las afueras del supermercado Bicentenario, ubicado en la avenida 19 de abril de San Cristóbal, allí hay toda una organización que parece imposible de no cumplir. Una vez que la persona llega, debe anotarse en la lista que alguien hace para garantizar quienes serán los que comprarán según el número de cédula que corresponda ese día.

Frente al Bicentenario hay algunas casas y justo detrás, cuatro edificios. Vivir allí, representa para ellos un ruido constante, especialmente de gritos y peleas. “Yo llegué primero” le dice en un tono de voz alto una mujer a otra, “no se coleen” gritan varios a la vez a otro grupo de personas, que aunque llegan más tarde a la cola, son privilegiados con un puesto más cerca de la puerta por “el regalito” representado en cinco billetes de cien bolívares que le llevaron a  quien hace la lista.

“Hay veces que se escuchan las peleas y se calman, pero hay otras que es insoportable, nunca se callan, gritan y gritan. Los jueves y viernes que son días de rumba, suelen pasar carros a las 3 o 4 de la mañana que les gritan ‘viva Chávez’ por hacerlos molestar y lo logran. Nosotros somos quienes nos aguantamos todo eso y la Guardia llega es como a las 7 de la mañana a ordenarlos, de resto hacen lo que les da la gana” narra Valeria Piñeiro.

COLAS2

Conviviendo entre la basura…
En San Cristóbal es muy común que haya problemas con la recolección de los desechos sólidos, por ello la falta de recipientes para la basura en las adyacencias de los supermercados sugiere un problema extra para la ciudad.

En un Farmatodo ubicado en Barrio Obrero, también en la capital del Táchira, la cola se hace en la acera frente al local, donde quedan unos edificios que por lo general, ven limitada la entrada y salida por el estacionamiento ante la presencia de quienes se apostan a esperar que sea su turno para entrar.

Pañales usados, bolsas de alguna chuchería, envases de refrescos, papel aluminio con restos de comidas e incluso pedazos de papeles hechos papelillos, que parecen ser una forma de diversión en la madrugada son algunas de las cosas que se encuentran tiradas usualmente en la puerta de entrada de los edificios. La responsabilidad de la limpieza no recae en nadie. Los trabajadores de los camiones recolectores de basura tan solo recogen lo que está en bolsas grandes, los residentes catalogan como injusto tener que pagarle a alguien para que limpie y quienes generan los desechos, desaparecen del sitio cuando el negocio empieza a atender al público en la mañana.

Viviana es una joven que vive en los edificios y cataloga de “infernal” vivir frente a Farmatodo. “Es horrible, no solo por la basura y lo cochina que es la gente, sino por todo, ha pasado que esa gente se coloca a cantar como a las 2 de la mañana, desde un celular colocan canciones y la gente canta y hasta aplaude, eso es terrible, no nos dejan dormir ni vivir en paz. Claro, yo entiendo la necesidad de las personas por comprar pañales para sus chamos, pero esto se tiene que arreglar pronto”, esto lo contó a la 1:40 de la mañana desde su balcón cuando las personas esperaban para comprar crema dental.

Amor y protección…
Además de basura, ruidos, cantos e incluso niños llorando, cerca de un Mercal, en la Unidad Vecinal de San Cristóbal, Iliana Suárez contó “la gente es realmente increíble, yo vivo a dos cuadras del Mercal y a veces, generalmente los viernes y sábados, aparecen preservativos usados tirados en la puerta de mi casa o en la de mi vecina, o sea una cosa es que quieran tener relaciones sexuales, más si son jóvenes, pero deben respetar un poco. Mi mamá siempre se infarta, ella es una señora de 78 años”.

Quizás se puede creer que quienes viven cerca de un supermercado es un privilegio por poder llegar rápido al establecimiento y comprar pero la realidad es otra, deben lidiar a diario con personas que no respetan a los residentes y que no tienen sentido de pertenencia con la ciudad y la ensucian.

Por Lorena Bornacelly, EL PITAZO

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