Los venezolanos celebran a partir de hoy cuatro días de carnaval, en los que suelen abarrotar las playas y divertirse con las múltiples comparsas en todo el país, pese a que este año atraviesan un mar de penurias que tiene a la mayoría de su población en estado de alerta.
La crisis económica, que llevó al Gobierno a decretar una emergencia nacional, la fuerte sequía, la escasez de medicamentos y de equipos médicos y el creciente brote del virus Zika, son los principales problemas que aquejan al país caribeño.
Para olvidarlos, con los carnavales los venezolanos tendrán casi cuatro días de asueto puesto que al fin de semana se le suman el lunes 8 y el martes 9 de febrero, festivos oficiales en el país.
Mientras en Caracas la gente intentará olvidar la altísima inflación en fiestas de disfraces, conciertos o teatros en otras localidades, como la tradicional fiesta carnestolenda del Callao, en el sur del país, se lleva a cabo una tradición con más de 100 años de historia.
En el Callao los visitantes bailarán al son del calipso, contemplarán las madamas -representación artística de maestras extranjeras- y los famosos negropintos, que pintan sus rostros con un preparado a base de carbón molido, papelón y agua, y que es aplicado también a los turistas.
En todos los municipios del país se elegirá a la reina del carnaval, en uno más de los tantos concursos de belleza por los que son reconocidas mundialmente las venezolanas.
En Carúpano, en el oriente del país, adonde llegan miles de visitantes cada año, se bailará la soca, cuyo ritmo se deriva del calipso y es heredado de la muy cercana isla de Trinidad.
Las autoridades locales de Carúpano, a más de 400 kilómetros de Caracas, han anunciado que para estos carnavales gran parte de la localidad contará con conexión a internet inalámbrica gratis para atraer a más turistas.
La ministra de Turismo, Marlenys Contreras, inauguró ayer el nuevo aeropuerto de la localidad para facilitar el traslado de los visitantes, en el que operarán tres líneas aéreas.
El vicepresidente del país, Aristóbulo Istúriz, anunció que más de 140.000 policías custodiarán las principales carreteras y avenidas del país, plazas y principales centros de atracción turística.
Istúriz dijo que los efectivos de seguridad utilizarán drones -aeronaves no tripuladas- para la supervisión y control ciudadana, además de 442 ambulancias y más de 12.000 motos.
Y todo ello para salvaguardar la seguridad de miles de venezolanos que, pese a la crisis, se olvidarán por unos días de los diversos problemas que afligen seriamente al país y saturarán los terminales de transporte terrestre y aéreo para visitar, principalmente, sus paradisíacas playas.
Los venezolanos quieren olvidar las colas que deben hacer para adquirir los también escasos alimentos de la cesta básica, el alto costo de la vida en una nación con una inflación que se sitúa entre las más altas del mundo y a los altos índices de violencia que les atemoriza.
Además la entrada del fenómeno meteorológico “El Niño”, que en el Caribe venezolano se traduce en escasas lluvias y altas temperaturas, ha traído consigo la disminución de la generación de energía hidroeléctrica y el suministro de agua potable para los 30 millones de habitantes del país.
Esto supone un serio impacto en los carnavales del país, puesto que el venezolano suele disfrutar de juegos con bombas de agua, pequeños globos llenos con el hoy tan preciado líquido, que no se pueden dar el lujo de despilfarrar.
Desde el pasado 4 de enero se implementó un plan de “suministro equitativo” que implica, según el Gobierno, la “corrección de las fugas de agua” en los acueductos del país y el racionamiento del servicio entre seis y cinco días a la semana en los que las válvulas son abiertas solo en horas de la mañana.
Los ciudadanos buscan abastecerse del líquido recurriendo a tanques y recipientes para depositarlo.