El 10 de octubre de 2012 Hugo Chávez realizó sus últimas designaciones a dedo en el Partido Socialista Unido de Venezuela. Los escogidos fueron los 23 candidatos a gobernadores que presentaría la organización para las elecciones del 16 de diciembre de ese año, realizadas pocos días después de que el entonces presidente se operara nuevamente del cáncer que padecía.
“Entendemos que pudiera esto no satisfacer a algunos sectores; pero bueno, ahí está. Esta es la propuesta, son los nombres que ponemos allí para ser inscritos como candidatos de la revolución”, dijo ese día Diosdado Cabello, primer vicepresidente del PSUV, cuando leyó la lista.
21 de los 23 dirigentes seleccionados ganaron la gobernación y se convirtieron desde entonces en líderes del partido en cada uno de sus estados. Sin embargo, eso cambió el 29 de enero pasado. Durante el cierre de la Segunda Plenaria Extraordinaria del III Congreso del PSUV, el presidente de la tolda, Nicolás Maduro, anunció la eliminación de las vicepresidencias regionales y el nombramiento de 24 responsables políticos estadales. Con la medida redujo el poder de los gobernadores sobre el partido en sus respectivos estados y asestó un duro golpe a la supremacía de varias figuras cercanas a Chávez en las regiones.
El analista político Nícmer Evans, militante del PSUV marginado de los registros de la organización en 2014, advierte que Maduro busca acrecentar su poder dentro del partido y limitar la influencia de otros grupos rivales, principalmente el de Diosdado Cabello.
“El presidente ha actuado con un abuso excesivo e irrespetuoso. Como quiere tener liderazgo sin contar con legitimidad, opta por ser temido imponiéndose. Al final eso es un error porque termina generando cansancio en las bases”, explica Evans.