“Empezó como un bramido y como que se alzaba el piso, fue fatal”. Las palabras de Ramón Solórzano, un comerciante de 46 años de Manta, citado por la agencia noticiosa Reuters.
“Las calles están cuarteadas. No hay luz y el teléfono está colapsado”, añadió.
“Estábamos reunidos en la casa de un amigo y comenzó a temblar. Nos refugiamos en los arcos de la casa y algunos fuera. Duró bastante”, expresó Pepita De Lucca al diario El Comercio.
“Aquí andamos esperando las réplicas, la luz va y viene, se sintió bastante largo. Fueron casi dos minutos”.
Más al sur, en Guayaquil, la segunda ciudad de Ecuador, también se sintió el sismo con fuerza.
María Jaramillo, estaba trabajando en un hotel de la ciudad: “La gente estaba descontrolada evacuando del sector, se partieron vidrios, pedazo de techos y todos nerviosos, salimos descalzos a la calle”, dijo a Reuters.
Cifra de víctimas “aumentará”
El presidente Rafael Correa dijo por el canal público de Ecuador, desde Roma: “Todo se puede reconstruir, pero no se puede reconstruir las vidas perdidas y eso es lo que más nos duele”.
El mandatario Correa tuiteó desde el avión que lo regresa al país que 233 personas están confirmadas muertas y hay casi 600 heridas.
Sin embargo, como declaró el vicepresidente Jorge Glas temprano en la mañana, “esta cifra inevitablemente va a aumentar”.
Glas se dirigía a Manta, una de las ciudades afectadas donde una sobreviviente pidió desesperadamente ayuda para rescatar a su familia que está atrapada bajo los escombros.
“El tercer piso nos cayó encima”, dijo casi sin aliento. “Está mi familia, está mi hermana, están mis hijos. Todos adentro, como ocho personas”.
Cuando un reportero le preguntó si estaban muertos, contestó: “Creo que todos porque estábamos en la misma dirección y nos cayó. ¡Ay, por Dios, que venga la ayuda que venga el rescate! Necesito que vengan a remover los escombros. ¡Dios mío, mis hijos…!”
“Nadie hace nada”
Vanessa Santos, otra madre en Portoviejo, provincia de Manabí, está en la misma trágica situación. “Necesito encontrar a mi bebé ya van a ser cinco horas que está desaparecido”, dijo al canal local de televisión.
“Lo que hice solamente es percatar a mi familia que está enterrada allí en el local y mi bebé se soltó. Mi familia, mis hermanas mi cuñado mis sobrinos están enterrados en el local. Nadie hace nada hasta ahorita”.
Otro sobreviviente en Portoviejo, Luis Alcívar, pasaba la noche a la intemperie, abrigado con una manta: “Fue como, ya no sé, como si se nos fuera a acabar la existencia…Diosito nos sigue adorando todavía”.
El vicepresidente Glas informó del desplazamiento de miles de efectivos del ejército, la policía y bomberos para ayudar en el rescate.
“Tenemos información de personas atrapadas, heridas, entre escombros en diversos cantones y estamos realizando las labores de rescate”, explicó.
“Oraciones para nuestro pueblo, fuerza. Nos levantaremos de esta. Son momentos muy difíciles”, reconoció.