Los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela deben sortear dos grandes enemigos para recibir educación de calidad: el poco presupuesto que le asigna el gobierno a la institución y los repetidos robos de los que son
víctimas las escuelas y los propios alumnos. Ayer, cuando el Instituto de Medicina Tropical comenzaba a recuperarse al reactivar parcialmente las consultas externas tras 11 asaltos sufridos desde octubre, el Instituto de Inmunología amaneció inactivo por la acción de delincuentes el domingo en la tarde.
“Sometieron y amordazaron al vigilante, que está siempre en el instituto. En el auditorio robaron la computadora, destrozaron el techo para arrancar el video beam y destrozaron las cámaras de seguridad”, contó en una entrevista telefónica el director del instituto, Juan de Sanctis. Hoy se retomará la atención de pacientes y los servicios de laboratorio, pero no habrá acceso a los módulos de investigación por la sustracción de las computadoras y por ende los programas especializados para los análisis.
El instituto recibe entre 40 y 50 pacientes semanales en la consulta de VIH, más aproximadamente 60 personas que vienen referidas de otros centros asistenciales para practicarles exámenes de carga viral y PCR.
“Estaban con el rostro cubierto, por lo que pensamos que sabían que había cámaras”, dijo De Sanctis. Cree que los ladrones entraron por el Jardín Botánico.
Azotados. Desde octubre, el promedio de un robo cada dos semanas devastó al Instituto de Medicina Tropical que aún está en búsqueda de donaciones para reponer computadoras, software de administración e investigación y materiales de trabajo. Pero la situación también ha tocado a otras áreas de la UCV.
En el departamento de Ingeniería Hidrometeorológica se protegen del hampa con un perro guardián al que se turnan para alimentar y visitar, sobre todo en fines de semana y asuetos vacacionales. “Nos robaron los cables. La mitad del departamento está sin electricidad. Trabajamos como en el Apolo 13: todos en un solo módulo”, dice con buen humor ante la adversidad Abraham Salcedo, jefe del departamento.
Salcedo dijo que en la Escuela de Ingeniería Civil, al regresar de las vacaciones de diciembre, se encontraron con una sala de computación completamente desmantelada.
Reporta El Nacional