Entre balas, granadas y fusiles viven los habitantes de El Valle, una parroquia que ocupa 12 kilómetros cuadrados del territorio caraqueño. En los últimos tres días, la comunidad ha visto morir al menos a diez personas en dos hechos diferentes y un funcionario de seguridad fue desplazado por los delincuentes.
El último de estos incidentes ocurrió el martes 22 de marzo en la noche, en el barrio Zamora, cuando un grupo de 60 hombres con pistolas rodearon la vivienda de un funcionario de la División de Robo de Vehículos del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc).
Según una fuente que no quiso ser identificada, el efectivo detectó la situación y pidió apoyo a sus pares, quienes lograron subir al sector con agentes adscritos a la Brigada de Acciones Especiales (BAE) del Cicpc. Rescataron a su compañero y a su familia, quienes tienen toda la vida como residentes de El Valle.
Se espera que la institución de seguridad lo reubique. “El problema es que lo va a mandar para un edificio de la Misión Vivienda y ahí también vive el hampa”, manifestó la fuente a Efecto Cocuyo.
Esta acción de la delincuencia es parte de un plan de unificación de fuerzas para controlar el delito en El Valle ejecutado por los delincuentes conocidos como “El Loco Leo”, “El Koala” y “Lucifer”. También fue una venganza por la muerte de un joven en manos del Cicpc que ocurrió el lunes 21 de marzo.
En horas de la tarde, los vecinos del sector 1 de mayo de El Cementerio llegaron a los túneles de El Valle para trancar la autopista Caracas – La Guaira como protesta por el fallecimiento de Yordi Guedez, el joven inocente que el Cicpc mató. En ese procedimiento también salió herido uno de sus amigos llamado Ruben Villanueva, quien se encuentra en un centro asistencial.
Al parecer, los mismos delincuentes auparon con sus armas a los habitantes del sector para que manifestaran contra los abusos policiales, de no cumplir la orden serían desplazados de sus viviendas.
El pacto
La fuente del Cicpc recordó que desde principios de 2015 las bandas de El Cementerio, la Cota 905, El Valle y La Vega pactaron para cooperar entre ellas y enfrentar juntos a su principal enemigo: los cuerpos de seguridad. Buscan el control total y sin obstáculos del tráfico de drogas y el secuestro.
Los que este año tienen la tarea de mantener la unión en El Valle son “El Koala”, líder que controlaba el delito en Valles del Tuy y habitaba en Cartanal; “El Loco Leo” cabecilla de la banda del barrio El 70; y “Lucifer” que tiene el poder en la calle 3 de esa parroquia caraqueña.
Estos causaron la muerte de nueve personas la noche del domingo 20 de marzo pues “Franklin El Menor”, líder de Cerro Grande, no quiso adherirse al plan de unificación de fuerzas. En el enfrentamiento dos jóvenes sin vínculos a delincuentes murieron. Uno de ellos tenía 17 años de edad.
Fuentes policiales aseguraron que las casas quedaron impactadas con balas de fusiles, escopetas y pistolas. Durante los días siguientes, los delincuentes se han paseado por las calles de la parroquia con armas de guerra y los vecinos se mantienen en vilo a la espera del próximo intercambio de disparos.
Crueldad
La violencia de las bandas de El Valle no se limita a atacar a funcionarios o a quienes se les revelen, sino también a “limpiar” el sector de otros maleantes que no estén aprobados por sus parámetros.
Ese fue el caso de Daniel Armas Bravo, alias “El Puñito“. Hasta el 27 de febrero, él era un expresidiario de Rodeo I, quien pagó tres años de cárcel por homicidio, según contó a Efecto Cocuyo su madre. Era señalado de haber asesinado a varias personas, incluyendo a funcionarios policiales.
Este joven cayó en manos de las bandas de El Valle y fue tiroteado, desmembrado y quemado en una calle del sector Los Cardones. Mientras esto ocurría, los delincuentes -iguales a él- grabaron los hechos y el video llegó a las redes sociales.
“Estoy clara de que mi hijo tenía sus problemas y de los delitos que cometió. Estaba clara de que le iba a pasar eso, pero no en las condiciones en que lo dejaron. Lo enterré sin identidad, porque no podían hacer prueba de identificación odontológica ni de ADN”, exclamó la madre del ultimado.
INFORMACIÓN EFECTO COCUYO